En nuestro post anterior comentamos que la calidad del implante tiene relación directa con el éxito del tratamiento. También hemos visto en otras ocasiones qué factores hay que tener en cuenta a la hora de elegir un implante. Y que no todo lo que reluce es oro. Muchos pacientes dudan, atrapados entre los precios imbatibles de algunas franquicias low cost y los desorbitados de otras clínicas dentales más tradicionales. Sin embargo, hoy podemos disponer de toda la información a nuestro alcance y así no es difícil saber si lo que vamos a pagar por el tratamiento con implantes es lo adecuado o no. La ley protege al paciente y el odontólogo está obligado a dar a conocer el precio de los implantes por separado y su trazabilidad: quién es el fabricante, dónde se han fabricado, con qué materiales…
En cualquier caso, hay que pensar que nunca nadie ha dado duros a cuatro pesetas y que cuando eso ocurre es normal mirar con cierta desconfianza. Un tratamiento con implantes, como bien señala la SEPA, requiere de “procedimientos y medios materiales con una gran sofisticación técnica”. Su coste económico, por tanto, será siempre mayor que el de las prótesis convencionales. Si bien, la relación entre precio y calidad de vida también suelen ir de la mano.
El precio del implante, al mismo tiempo, dependerá de los materiales con los que esté fabricado. E incluso, dentro de los mismos materiales habrá distintos tipos de calidades según el procesamiento o los controles de calidad a que hayan sido sometidos.
Una cosa más: al precio del implante habrá que añadirle el de la corona. Por eso hay que fijarse bien en el presupuesto asociado al tratamiento. Si la disparidad entre implantes es elevada, entre coronas lo es aún más. Una vez más, la calidad es lo más importante. Porque implantes y coronas son las piezas que van a reemplazar nuestros dientes originales y a asumir sus funciones.
Entonces… ¿cuánto cuesta un implante? En los últimos años hemos visto que el abanico de precios entre el implante más barato y el más caro, es muy amplio. Desde el Colegio de Dentistas de Málaga, por ejemplo, el Dr. Bermudo advierte: “cuando se anuncia un implante, por ejemplo, desde 200 euros, hay que saber que sólo hace referencia al precio del implante sin colocar. A eso hay que sumar la colocación y la prótesis, lo que hace que, en muchos casos, el presupuesto total se eleve a 800 o 900 euros”. O más. Esta diferencia en los precios es la que obliga a tener en cuenta todo lo que hemos explicado con anterioridad.
Dado el paso y elegido el implante siempre nos queda la duda, como pacientes, del tiempo que nos va a durar. De nuevo, la respuesta está en la calidad. Frente a otros tratamientos, los implantes son los que mejores resultados dan no solo en perdurabilidad sino, también, en fiabilidad y confort. No se puede dar una cifra exacta porque la duración del implante también dependerá de las características fisiológicas del paciente y, como veremos después, de sus hábitos. Lo que sí sabemos es que hay pacientes tratados hace más de 30 años que mantienen sus implantes en buen estado. Hoy, la investigación y el perfeccionamiento de materiales cada vez más biocompatibles, favorece que la osteointegración aumente y, por tanto, la pervivencia del implante.
En cuanto al rechazo, otra de las cuestiones clave para el paciente, hay que decir que el porcentaje de éxito de los tratamientos con implantes ronda el 98% de los casos y que más del 90% siguen haciendo su función como el primer día, 15 años después de haber sido colocados. De hecho hay que señalar que los problemas, cuando los hay, tienen que ver más con los hábitos de higiene del paciente y con el mantenimiento de los implantes. Una higiene adecuada y seguir las visitas programadas por el odontólogo son requisitos imprescindibles para mantener una correcta salud bucal.
Y a los hábitos de higiene hay que sumar el tabaquismo. Porque sí que hay un dato cierto: si un implante fracasa suele hacerlo antes en pacientes fumadores. Y es que el tabaco reduce el aporte sanguíneo a los tejidos que rodean el implante alterándolos hasta el punto de retardar la cicatrización y aumentar, al tiempo, los riesgos de infecciones en la zona.
En nuestro próximo post hablaremos sobre la calidad de vida, la funcionalidad y la estética. Porque el implante nos permite recuperar nuestra vida tal y como era antes de la pérdida de la pieza dental original.